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21 nov 2016

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Fernando Ojeda, exjuez de básquetbol: "Me gritaban que era más chico que el reajuste"

El popular "Pirincho", que mide apenas 1,65 metros, repasa su carrera a los 77 años. Dirigió 14 finales de Dimayor y en 8 campeonatos sudamericanos. Acaba de ser homenajeado por sus más de tres décadas como árbitro internacional.


Fernando Ojeda recorre de manera silenciosa los pasillos del Fortín Prat. Mira cada rincón del recinto de calle Rawson como si estuviera vigilando el buen estado de su propio hogar.
"Esta ha sido mi casa por mucho tiempo", reconoce, siendo de pronto interrumpido por el saludo de profesores que junto a sus alumnos llegan para la práctica del básquetbol escolar.
Con 77 años de edad, "Pirincho", como es conocido en el mundo cestero, tiene una memoria envidiable, la que le permite no dejar pasar detalles de una carrera extensa, que arrancó a mediados de la década del '50 como alero del Deportivo Liceo (alumnos y exalumnos del Eduardo de La Barra) y de Ramaditas, para luego convertirse en técnico, árbitro y dirigente.
Sin embargo, es como juez en donde más se le reconoce, respeta y destaca, al punto que la semana pasada fue homenajeado de manera conjunta por la Escuela Nacional de Árbitros y Oficiales (ENABO), la Federación de Básquetbol de Chile (FEBAChile) y la Federación Internacional de Básquetbol (FIBA), bajo el programa de esta última institución y que busca rescatar las historias de los jueces que han permitido el desarrollo de la actividad en nuestro país.

Enorme trayectoria

Fernando Ojeda recuerda que sus primeros pasos en el básquetbol los dio en la época escolar.
"Entrenábamos desde las 7 de la mañana y hasta las 8.15, luego nos vestíamos y nos íbamos a la escuela República del Uruguay, en donde a eso de las 10 nos daban leche y un pan con dulce de membrillo", explica con evidente nostalgia, destacando que su metro y 65 centímetros no fue impedimento para la práctica de un deporte que hoy sólo se entiende para "gigantes".
"Tenía muy buena puntería desde media distancia", rescata, reconociendo que "me tocó vivir la época dorada del básquetbol porteño, con enormes jugadores y dirigentes", explicado que en esos años las jornadas cesteras en el Fortín Prat se disputaban con cinco mil personas en sus tribunas y lamentando la desaparición de una enorme cantidad de instituciones. Eran los tiempos de 55 clubes en competencia y una cancha de asfalto en calle Rawson.
Hasta que llegó 1958. En aquella temporada, y ante la necesidad de jueces para el torneo, la Asociación Valparaíso obligó a todas las instituciones afiliadas a presentar un número importante de aspirantes a árbitros, amenazando con la pérdida de 100 puntos en la tabla en caso que no se cumpliera con ese requisito.
"El Deportivo Liceo presentó a nueve aspirantes, entre los cuales estaba yo", señala con una sonrisa en el rostro, agregando que en ese instante decidió poner fin a su carrera como jugador y entrenador.
Y llegó su debut. En 1962, fue designado para dirigir el partido entre Ferroviarios y la Universidad de Chile en el gimnasio Árabe en dupla con Juan Izquierdo.
De allí en adelante todo se dio de manera tan natural como rápida.
En septiembre de esa temporada fue nombrado para ir al Nacional Universitario de Concepción, en donde sorprendió al ser llamado para la final.
Y las anécdotas en su carrera como referí se suceden una tras otra. "Una vez me gritaron desde la tribuna que era más chico que el reajuste", recuerda respecto de lo contingente de la broma. Y no da tiempo antes de contar una segunda historia.
"En 1966 fui a Tucumán a un torneo intercontinental en donde la Selección Chilena era representada por Valparaíso como campeón Nacional. Me tocó arbitrar la inauguración junto a un juez norteamericano que no hablaba español, mientras que yo no hablaba nada de inglés, y lo sacamos adelante con puros gestos, en camarines me dio la mano y me dijo 'very good, Fernando', y yo le respondí 'gracias Pepo, usted good'... esa fue toda la conversación que tuvimos".
Árbitro en 14 finales de Dimayor y presente en ocho torneos sudamericanos, Ojeda no deja de lamentar el decaimiento que vive la disciplina en el Puerto.
"Todo era brillante hasta 1982, ese año, la asociación pagó dos jugadores extranjeros a cada equipo afiliado y la final fue entre Unión Española, que venía llegando desde España tras jugar nada menos que 50 partidos y Sportiva Italiana... el encuentro lo transmitieron cinco radios, con un lleno total en el Fortín y con parlantes a la plaza O'Higgins que estaba llena de gente que no había podido entrar.... pero de ahí en adelante todo se vino abajo", sostiene con tristeza, mientras explica que en 1986 dirigió su última final de Dimayor para despedirse del referato en 1993 en un encuentro de la Copa Pancho, asumiendo hoy un rol de director en la asociación de básquetbol porteña.
"Por mucho tiempo acá no hubo preocupación por los más chicos, lo que terminó por pasar la cuenta. En estos momentos, como directiva estamos enfocados en el trabajo con los colegios, buscando recuperar el tiempo perdido", confiesa, mostrándose esperanzado que en un futuro no muy lejano los jóvenes volverán a entusiasmarse con buscar anotar en los cestos del histórico Fortín Prat.

Los mejores en el Puerto

Una vida dedicada al básquetbol le permiten a Fernando Ojeda hablar con autoridad. Y es por ello que al hablar de los mejores, no tiene mayores dudas. ¿Los mejores jugadores que le tocó dirigir? "Guillermo Thompson y Francisco 'Kiko' Valenzuela"; ¿Y el mejor dirigente? "Hubo varios, pero siempre destaco a don Abelardo Contreras, bajo cuya adminsitración se consiguieron los terrenos que dieron vida al Fortín Prat"; ¿Y el mejor árbitro? "Un profesor como don Ángelo Benvenuto".
"Me tocó vivir la época dorada del básquetbol porteño, con enormes jugadores y dirigentes"
Fernando Ojeda
Exárbitro

Fuente : El Mercurio Valparaiso 
 
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